Hoy entendí que en este país, para algunos, el mundial es una oportunidad de negocio inmejorableUn día desperté y me di cuenta de que hay algo curioso alrededor del mundial de futbol. Se siente cierto aire del estilo navidad, año nuevo, o algo así. Entonces me decidí a indagar y pensar un poco al respecto.
Agudicé la mirada y pude ver que la copa del mundo está en todos lados. En la televisión, en la radio, en los diarios y revistas, trenes, subtes, kioscos, estaciones de servicio -hasta en la farmacia lo veo a Verón- en los bancos, bebidas, desodorantes, afeitadoras, ropas deportivas, servicios de internet, celulares, golosinas y varias cosas más. Ahí lo entendí: se están aprovechando de lo idiota que nos pone el mundial para que consumamos más.
Lo primero que pensé fue: con los resultados obtenidos en los últimos mundiales ¿Nos siguen queriendo vender que “esta vez vamos a salir campeones”? Cada cuatro años lo mismo y ya van 24 desde la última vez, ya no es creíble, pero volvemos a caer. Esta vez nos quieren vender que con Diego Maradona al mando y alguno que otro de los campeones del 86’ hay más posibilidades, son cábalas, como si por la simple presencia de ellos u otras similitudes con la campaña de México la victoria es un hecho. La semana pasada un amigo chileno, que venía de allá, estuvo parando en casa y quedó sorprendido con toda la publicidad mundialista que tenemos. Nosotros, tal vez ya acostumbrados, no nos damos cuenta y lo pasamos por alto. El, que es futbolero, lo vivió como algo fantástico, dice que en su país no es así, que “Argentina es como un Disney World de la copa del mundo”.
Parece tonto que cada vez volvamos a comer del mismo queso, pero lo hacemos.
Un caso muy claro, y el que más me irrita, es el de las incansables ofertas de televisores, ya desquiciadas; Frávega, Garbarino, Musimundo y un par más, compiten ferozmente en todo espacio publicitario existente. Todos los días a la mañana, cuando abro la puerta de mi casa para ir a trabajar, se me traba de la abundante cantidad de folletos y volantes que me dejan. Te dan “hasta 50 cuotas sin interés” para comprar un LCD de 42 pulgadas. Son unos gurúes de la comercialización, saben exactamente que en cuatro años – cuando sea el próximo mundial y termine de pagar el televisor- me voy a ir a comprar otro. Parece fríamente calculado, es creer o reventar. En mi lugar de trabajador esto me genera un poco de simpatía, solo si pienso que los vendedores seguramente van a poder ganar buenas comisiones. De todas maneras, no deja de parecerme obsceno y reiterativo.
Me pregunto: ¿qué sucederá si el torneo se nos acaba rápido, si para nosotros el mundial dura una semana, o dos, y nos volvemos a casa -de la que nunca hemos salido en realidad- con las manos vacías otra vez? Los Brasileros nos van a tener de payasos por un buen tiempo; seguramente los ingleses también, un poco menos -tienen un cuarto de la población de Brasil-. Para la próxima copa ¿intentaran vendernos televisores de última tecnología para renovar nuestros ya viejos LCD del mundial pasado? ¿Caeremos nuevamente en la trampa? ¿El mundo se terminará en el 2012 y nunca existirá otro mundial?
Por el momento, ya que me parece bastante estresante analizar lo que realmente sucede, voy a pensar menos y dejarme llevar por esta excitante corriente mundialista. Y si puedo, voy a tratar de no endeudarme. Y si eso sucede, espero que por lo menos salgamos campeones.